La Muerte te cubre como un manto de hielo, tus esfuerzos y dedicación fueron tú arte que jamás serán vanos; sólo pudo salvarte el médico del los cielos. No conocí el instante de tú muerte, pero está bien, ya que de ti estaba mi existencia unida, y conocí tú amor a tú familia que hoy duerme en tú eterno descanso.
Hoy por cuanto ignoras de esta existencia tú alma brilla con clarísima mirada, y contemplas sin disfraz, libre de culpas. Recuerda mi amigo que siempre te guarde estima y respeto ¿Por que te digo esto? Porque tú alma hoy es sana y para que ruegues por mí al Dios de los cielos para que sane mi enferma alma; y cuando en la tumba 🪦 mí cuerpo duerma, vuele aquella gloria soberanas; y que no sean unos daños eternos estos tristes adioses que hoy lamento; sino más allá de los cielos mi dulce amigo volvamos algún día vernos.
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