¡Oh! Gran Espíritu, tú que caminas allá arriba en la luz, sobre la tierra suave, las brisas de la gloria de los dioses te tocan suavemente, como las suaves manos de una mujer, que toca las cuerdas sagradas de la vida mortal.
Como bebes dormidos están las nuevas almas, los futuros dioses respiran sin ningún plan... los espíritus florecerán continuamente en sus cuerpos mortales, guardados constantemente por tu inmensa gloria. Los ojos santos de los futuros dioses, miraran con claridad eterna... un lugar para descansar no será dado, porque serán guerreros y peregrinos de una tierra que ya no les pertenece, porque serán herederos de la gloria eterna, recordados por los suyos, por su gran valentía, ¡hasta la eternidad!
¡Oh! Gran Espíritu ¿Que serán de los espíritus que no florecerán?
¡Ah, Si! los humanos que no florecen, disminuyen y caen ciegamente en su mismo vomito, una y otra vez, como el agua lanzada de un acantilado a otro, año tras año, hacia lo desconocido y así por la eternidad, quedando sus espíritus malditos por siempre, porque tuvieron la oportunidad de ser gloriosos, pero se ensoñaron en comer sus propias falacias, injusticias, perversidad e insensibilidad; alimentando sus mezquinas almas con la sangre de inocentes, así, así, hasta el borde de la demencia. ¡La vida humana dotada de un alma es para obtener valentía y no cobardía! Porque tendrán que impartir ¡Justicia! Porqué serán la luz, para aquellos que andan en tinieblas.